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08 junio 2010

Las piedras grandes primero



En estos dias ando pensando, como lograr un signo, que nos ayude en mi parroquia pensar en comunidad, a aprender a establecer las prioridades, entre tantas necesidades. Esto lo digo porque me he puesto a reflexionar de los 4 años que llevo trabajando en la Cuasiparroquia Corpus Christi. Desde junio de 2006 a la fecha hemos celebrado 4 fiestas de Corpus Christi, y la de este año 2010 estuvo genial.

Todavía nos queda mucho camino que recorrer, sobre todo el de la construcción de lazos sinceros de fraternidad, donde la dignidad del otro sea respetada, donde aprendamos sobre todo saber escoger las prioridades.

El Padre Raniero Cantalamessa nos ofreció en el retiro sacerdotal de finales de mayo de este año una reflexión que quiero compartir con ustedes. Tomamos una reflexión de “Siervos y amigos de Jesucristo” (http://www.cantalamessa.org/es/predicheView.php?id=318)

En primer lugar, las "piedras grandes"

"Al igual que en Dios toda la obra exterior de la creación mana de su vida íntima, "del incesante flujo de su amor", y así como toda la actividad de Cristo mana de su diálogo ininterrumpido don el Padre, del mismo modo todas las obras del sacerdote deben ser la prolongación de su unión con Cristo. "Como el Padre me ha enviado, así os envío yo", también significa esto: "Yo he venido al mundo sin separarme del Padre, vosotros id al mundo sin separaros de mí".

Cuando se interrumpe este contacto, sucede como en una casa, cuando se va la electricidad y todo se detiene y queda a oscuras, o, en el caso del agua corriente, cuando los grifos dejan de dar agua. A veces se escucha: ¿cómo quedarnos tranquilos rezando cuando tantos necesitados reclaman nuestra presencia? ¿Cómo no correr cuando se está quemando la casa? Es verdad, pero imaginemos lo que le sucedería a un equipo de bomberos que acudiera, con las sirenas encendidas, a apagar un incendio y, al llegar al lugar, se diera cuenta de que no tiene ni una gota de agua. Es lo que nos sucede cuando corremos a predicar o a ejercer otros ministerios vacíos de oración y de Espíritu Santo.

He leído una historia que me parece que se aplica de manera ejemplar a los sacerdotes. Un día, un anciano profesor fue invitado como experto para hablar sobre la planificación más eficaz del propio tiempo a los ejecutivos de grandes compañías estadounidenses. Decidió hacer un experimento. De pie, sacó de debajo de la mesa un gran jarrón de cristal vacío. Tomó después una docena de piedras del tamaño de pelotas de tenis que depositó con cuidado, una por una, en el jarrón hasta llenarlo. Cuando ya no había espacio para otras piedras, preguntó a los alumnos: "Creéis que el jarrón está lleno?", y todos respondieron: "¡sí!".

Se agachó de nuevo y sacó de debajo de la mesa una caja llena de grava que derramó encima de las grandes piedras, moviendo el jarrón para que la grava pudiera penetrar entre las piedras grandes hasta llegar al fondo. "Ahora, ¿se ha llenado?", preguntó. Con más prudencia, los alumnos comenzaron a comprender y respondieron: "Quizá no todavía". El anciano profesor se agachó de nuevo y esta vez sacó un saco de arena, que derramó en el jarrón. La arena llenó los espacios entre las piedras y la grava. Preguntó nuevamente: "Ahora, ¿está lleno el jarrón?". Y todos, sin pensarlo dos veces, respondieron: "¡No!". El anciano tomó una garrafa que se encontraba en la mesa y derramó el agua hasta llenar el jarrón.

Entonces, pregunta: "¿Cuál es la gran verdad que nos muestra este experimento?". El más atrevido respondió: "Demuestra que, aunque nuestra agenda esté totalmente llena, con algo de buena voluntad siempre se puede añadir algún compromiso, algo más por hacer". "No", respondió el profesor. "Lo que demuestra el experimento es que si no se meten en primer lugar las piedras gruesas en el jarrón después no podrán entrar". "¿Cuáles son las grandes piedras, las prioridades de nuestra vida? Lo importante es poner estas grandes piedras en el primer lugar de nuestra agenda?".

San Pedro indicó de una vez por todas cuáles son las grandes piedras, las prioridades absolutas, de los apóstoles y de sus sucesores, obispos y sacerdotes: "nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra" (Hechos 6, 4).

Nosotros, sacerdotes, más que cualquier otro, estamos expuestos al peligro de sacrificar lo importante por lo urgente. La oración, la preparación de la homilía o de la misa, el estudio y la formación, son cosas importantes, pero no urgentes; si se aplazan, en apariencia, no se hunde el mundo, mientras que hay muchas cosas pequeñas --un encuentro, una llamada por teléfono, un trabajito material-- que son urgentes. De este modo, se acaba aplazando sistemáticamente lo importante a un "después" que nunca llega.

Para un sacerdote, poner en primer lugar en el vaso las grandes piedras puede significar concretamente comenzar la jornada con un tiempo de oración y de diálogo con Dios, de manera que las actividades y los diferentes compromisos no acaben ocupando todo el espacio".

1 comentario:

Unknown dijo...

mijo como cuesta entrar en tu pagina me gusto las piedras grandes primero si tenemos que fortalezer lar prioridades