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29 diciembre 2011

Las Vocaciones en la Iglesia

Los jueves, en la Iglesia oramos por las vocaciones, especialmente por las sacerdotales, por ser el día de la institución de la Eucaristía y el Sacerdocio. Le pedimos al Señor, que no falte obreros a su mies. Que este mundo tenga oportunidad de conocer el don del Amor de Dios en seres humanos dedicados al ministerio del servicio y la animación pastoral.

En ese sentido hablar de vocación no es muy normal en la sociedad secular, es algo de los curas y no se dice nada más, pero como se siente la escases y la necesidad de ser escuchados. De ser atendidos en los momentos difíciles. Queremos que siempre esté uno disponible, pero a veces no los encontramos por ningún lado. La carencia es por no saber dar la respuesta, el paso más importante de un joven desde la familia. Acompañado por la familia.

La Vocación, toda Vocación, y por tanto también la Vocación al Sacerdocio, es una semilla que Dios ha puesto en el corazón pero que, tiene que encontrar la tierra buena para poder crecer y desarrollarse. ¡Es necesario cuidar las vocaciones al sacerdocio!

Este cuidado comienza en la familia, iglesia doméstica, donde se produce el primer encuentro con Cristo resucitado en el Bautismo, donde se descubre y conoce a Dios como Padre bueno y creador y donde se reconoce y experimenta la acción de Dios en lo cotidiano de la vida. La vocación se cuida en la Parroquia, donde el niño y el joven encontrarán con frecuencia a Jesucristo en los Sacramentos, especialmente en la confirmación, en la penitencia y sobre todo en el Sacramento de la Eucaristía. Todos somos responsables de las vocaciones.

Un sacerdote mayor, experto en Pastoral Vocacional decía que cuando empezaron a implantarse en las Diócesis las Pastorales Vocacionales, es cuando empezó la crisis en los Seminarios. Su explicación era muy sencilla: al hacer a una persona responsable de las Vocaciones en la Diócesis los demás piensan que las Vocaciones al Sacerdocio ya no son responsabilidad suya.

Por eso este debemos recordar que las responsabilidad ante las Vocaciones es cosa de todos y cada uno de los Cristianos, desde los padres, pasando por cada uno de los Sacerdotes, hasta el último fiel de la Parroquia. Todos podemos hacer algo por las Vocaciones al Sacerdocio.

Podemos empezar rezando por los que se preparan ya para ser Sacerdotes y rezando por todos aquellos a los que, aunque todavía no los saben, Dios ha llamado para el Sacerdocio desde las entrañas de su madre.

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