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23 diciembre 2011

Navidad 2011


A ti hermano mío, al que tanto quiero, al que soñé, y encontré, y ahora te desvaneces en nuevas utopías intrascendentes. A aquellos hermanos que se alejan de Dios, porque no les ha servido, o porque no lo sienten. A los que se sienten llamados a otras realidades extraeclesiales, les escribo con el corazón. Les animo porque se que se que Dios le va acontecer en su corazón, como en el pesebre de Belén, hace 2000 años. A todos y todas hermanos y hermanas. Esta es la navidad 2011. Tiempo de gracia y bondad.

Hace muchos siglos un importante filósofo¸ llamado Aristóteles dijo que el hombre es un animal racional, y de su afirmación hemos hablado mucho. A pesar de ello el hombre con tantos recursos racionales no lo termina de concretar y demostrar en su humanidad porque llega a decidirse por un impresionante desfile de irracionalidades y monstruos humanos, construidos por ese ser "racional".

Los que realmente son sencillos animales, tienen una programación cerrada y repiten del mismo modo su ciclo vital, como la hormiga en su hormiguero y las ballenas migratorias que en su ruta de miles de kilómetros. Ellos no necesitan de escuela ni ética para hacerlo bien. El hombre es un ser inventivo y aspira a ser lo que todavía no es. Es un ser abierto, que se puede alejar de sí mismo y busca la manera de llegar a su verdadera intimidad. Y a veces se encuentra.

El ingenio humano, transforma y señorea, y también destruye y mata, como ningún otro animal.

Una primera conclusión el hombre es un ser racional por creación y llega a ser irracional, por el pecado.

Por encima de todo es un animal dotado de utopía, de plenitud deseada para sí y la humanidad; perfección soñada, aunque esta utopía nunca es totalmente poseída. Entre el caos de la torre de Babel por detrás y el orden o Cosmos, del día de Pentecostés por delante. Con un mito delante y otro atrás: de paraíso perdido al comienzo y de paraíso buscado al final. Se diluye entre algunos mitos seculares expresados en religiones y creencias, desechados por la modernidad como infantiles y sustituidos por mitos seculares, serios, "científicos" y hasta 'holisticos', pero que quieren ser en realidad racionales. Como el mito de la Ilustración, según el cual en el reino de la diosa razón, todo será luz y liberación, sin mal alguno, que desaparecerá con la muerte de la ignorancia. O el mito "científico" marxista de paraíso en la tierra, con plena felicidad, gracias a la supresión de la propiedad privada, sin mío ni tuyo, con abundancia y sin mal alguno.

La "ciencia" convertida en cuento y la razón en sueños de plenitud que desembocaron en guerras y regímenes espantosos. En esta tierra no hay paraísos, ni perdidos, ni hallados, ni religiosos ni seculares. Sólo humanos jugando a ser dioses y matándose para lograrlo.

El tiempo de Adviento corre al abrazo de la Navidad, y en las misas resuenan los profetas bíblicos con promesas de salvación, tiempos sin guerras, pues con las armas de muerte se fundirán instrumentos de cosecha y vida, arados y podaderas. Cuando irrumpa en el mundo la justicia de Dios, desaparecerán la agresión y la muerte: el lobo y el cordero pacerán juntos, el buey y el león retozarán, el niño y la víbora venenosa jugarán como amigos, y la fraternidad triunfará sobre la guerra, nos dice Isaías. Ahí está la utopía como nostalgia de futuro pleno, pero siempre distante de la realidad presente.

La ciencia y la técnica, y con ellas el poder y la riqueza, prometen alcanzar la plenitud y llenar la tierra de sus maravillas, pero sus progresos de modo inevitable incrementan también la capacidad de dominar y matar. Somos animales con una racionalidad descentrada, alocada y desprovista de sabiduría. Animales capaces de inundar el mundo con sus productos abundantes y deslumbrantes que encandilan con brillos de felicidad, mientras inventan nuevas necesidades y búsquedas infinitas que mueven el consumo y engordan la ganancia, para que la máquina económica no se pare. Si algo queda claro, después de tanto delirio moderno, es que no somos dioses y que en el siglo XXI somos tan finitos, limitados, enfermos y con camino hacia la muerte como hace 5.000 años. Y no hay "visionario" que pueda 'adivinarnos' lo que en tesoro divino tenemos dentro de si.

Sin embargo, hasta ahora esta visión realista-pesimista es sólo una parte del misterio humano. El cristianismo nos dice que no somos dioses ni hay paraísos en la tierra, pero que Dios está con nosotros y se muestra en el rostro de ese Niño que nace en Belén. El Espíritu de Dios como don gratuito en nuestra conciencia, en nuestro amor, en nuestra responsabilidad, en nuestro salir de nosotros mismos, compasivos con el otro en la necesidad. No es el Dios creado por nuestra soberbia y manos, ni el Dios de los ejércitos y poder que aplasta al pobre y al débil, sino el Dios gratuito que se nos da en la humildad de nuestro corazón, que nos invita a divinizarnos como Jesús, y nos hace hermanos para lograr un mundo cada día más humano. No somos dioses, pero "Dios con nosotros" nos invita a humanizarnos y transformar permanentemente el mundo.

El año próximo estamos garantizados de seguir teniendo esperanza, luchar por la sagrada dignidad del ser humano y llamados a transformar nuestra Venezuela. Con la utopía como luz en el horizonte y como motor en el corazón, que moviliza la pasión por la justicia, la libertad, la igualdad de oportunidades para la vida digna, hoy negadas. Utopía con realismo que concreta metas posibles y las lleva a efecto. Feliz Navidad y año 2012.

2 comentarios:

Danny Tenia dijo...

Excelente reflexion Padre miles, deseo que con su trabajo y teson logre grandes proyectos en nuestra parroquia y haga que la union y entrega familiar se haga presente en nuestra comunidad que Dios le bendiga siempre!!..

Danny Tenia dijo...

Excelente reflexion Padre miles, deseo que con su trabajo y teson logre grandes proyectos en nuestra parroquia y haga que la union y entrega familiar se haga presente en nuestra comunidad que Dios le bendiga siempre!!..